Cambio climático: desarrollan trigo altamente tolerante a la falta de agua

El actual conflicto bélico entre Rusia y Ucrania -sumado a la crisis medioambiental producto del cambio climático- trajo consigo coletazos a la industria agroalimentaria de todo el planeta, reportando así un alza en la demanda y, por ende, en su valor.

En Chile, la producción interna de trigo cubre el 45% de la demanda, siendo un país que consume 140 kg per cápita al año, sobre los 67,4 kg que se registra a nivel mundial (temporada 2020 – 2021, ODEPA).

Desplazamiento

Iván Matus, investigador del Programa de Mejoramiento Genético (PMG) de Trigo del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) Quilamapu, expresó que “con los años, el cultivo de trigo se ha desplazado hacia el sur del país, concentrándose el 90% de la producción entre las regiones de Maule, Ñuble, Bio-Bio y La Araucanía, ya que los productores de la zona central, como O´Higgins, han optado por migrar hacia cultivos frutales por las rentabilidades que entregan sobre el trigo. Pero en esta última región por problemas de falta de agua, muchos productores de maíz han comenzado nuevamente a sembrar trigo”.

Añadió que “hoy, el 70 % de la producción nacional de trigo está bajo condiciones de secano, ligada a productores/as medianos y pequeños. Con el Covid-19, los precios han tenido una variación favorable que ha permitido a los productores mantenerse y se espera una temporada 2021 – 2022 relativamente favorable, pero hay temor en el sector por la falta de semilla para el próximo año”.

El PMG de Trigo lleva adelante el desarrollo de variedades tolerantes a la sequía, junto a la Universidad de Talca.

Tolerancia

“En el 2007 liberamos la variedad Pantera-INIA y la hemos estado evaluando por muchos años; me atrevería a decir que es muy tolerante a la escasez hídrica. Pero, ¿qué es tolerancia? En situaciones extremas, esta variedad puede rendir hasta 3t o 4t/ha”, manifestó el experto en mejoramiento genético. Sin embargo, acotó que “no se requiere que solo la semilla rinda con poca agua, también necesitamos que la planta haga un uso eficiente del agua y esta variedad tiene esta característica”.

Para el investigador de INIA Quilamapu, la genética contenida en la semilla representa el 50% del resultado final de la cosecha, por ello es importante usar semilla certificada. En el territorio, el 90 % de la superficie sembrada de trigo candeal corresponde a variedades INIA y el 60% en el caso del trigo harinero.

Por ello, el PMG de Trigo sigue trabajando en el desarrollo de variedades adaptables a las condiciones actuales, y en el Centro Regional INIA Rayentué se avanza en una variedad de trigo candeal para el secano. Además, a partir del 2021 INIA Quilamapu e INIA Rayentué iniciaron un proyecto liderado por la Facultad de Agronomía y Cs. Forestales de la Pontificia Universidad Católica (duración 4 años), con el objetivo de seleccionar germoplasmas de trigo candeal tolerantes al estrés hídrico, altas temperaturas y capaces de realizar un uso eficiente del agua.

Más semilla

Sin embargo, como medida de mediano plazo -y ante la baja disponibilidad de semilla certificada de trigo que se pronostica para la próxima temporada- los investigadores de INIA, Iván Matus y Christian Alfaro, han presentado proyectos regionales (O’Higgins y Maule) para ampliar la producción y atenuar la falta de semilla. Por otro lado, junto a las gobernaciones se espera avanzar en el desarrollo de semilleros comunitarios en beneficio de la Agricultura Familiar Campesina, por ser los productores/as que proveen de alimentos a la población chilena.

El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) es la principal institución de investigación, desarrollo e innovación agroalimentaria de Chile. Vinculada al Ministerio de Agricultura, cuenta con presencia nacional y un equipo de trabajo de más de 1.000 personas altamente calificadas. Ejecuta al año un promedio de 400 proyectos en torno a 5 áreas estratégicas: Cambio Climático, Sustentabilidad, Alimentos del Futuro, Tecnologías Emergentes, y Extensión y Formación de Capacidades.

Estas iniciativas contribuyen al desarrollo agroalimentario sostenible del país, creando valor y proponiendo soluciones innovadoras a los agricultores, socios estratégicos y la sociedad, generando una rentabilidad social que varía entre 15% y 25%, por cada peso invertido en cada uno de sus proyectos.