Documentalista chileno mostró en Berlín película sobre víctimas de represión militar del Estallido

El documentalista chileno Cristian Lagos mostró este fin de semana en Berlín su documental «Las balas de octubre», que se centra en dos víctimas de la represión militar que dejó el Estallido en el mall de La Serena en 2019. Este martes el film se exhibirá en Stuttgart.

A diferencia de otros documentales del estallido, enfocados en los enfrentamientos entre agentes estatales y manifestantes en el contexto del Estallido, en su obra Lagos se sumerge en la intimidad de las secuelas que dejó la represión estatal en las vidas de Rolando Robledo y César Veliz.

Ambos conviven hasta hoy con las secuelas de los disparos, incluso a nivel laboral. Lagos filmó dentro de sus casas y en los centros médicos donde intentan recuperarse. Además incluye los testimonios del fotógrafo Felipe Pizarro y el músico Bastian Calderón.

El domingo 20 de octubre de 2019, luego que el presidente Sebastián Piñera decretara el estado de excepción y sacara a los militares a la calle en medio de las protestas, soldados dispararon con munición de guerra contra una multitud que se manifestaba y asesinaron al joven Romario Veloz, un ecuatoriano de 26 años y padre de una niña. En la ocasión además resultaron heridos de gravedad Robledo y Véliz, con secuelas de por vida.

La exhibición en la capital alemana se realizó en la Regenbogenfabrik, ante un grupo de chilenos y alemanes. Fue posible gracias a la gestión de Acciones Berlin, un colectivo de chilenas y chilenos residentes en Berlín, creado tras el estallido.

En el centro cultural Regenbogenfabrik en la capital alemana, de izquierda a derecha, el productor de la cinta, Aukaleb Ankaro, la realizadora Gabriela Amaro, que presentó su cortometraje “Trumao, un ensayo sobre la venganza”, Cristian Lagos y el presentador Leo Antüpi. Crédito: Yerko Amaru.

«Fue bien conmovedor. El relato generó un impacto, sensibilizó sobre la situación de estos dos sobrevivientes. Salió súper bien. Luego se dio un espacio para la conversación, hubo varias preguntas, se agradeció que a raíz del documental se diera una conversación sobre la situación de Chile, y sobre cómo la lucha que se dio durante la revuelta se conecta con las luchas pasadas en Chile contra la dictadura. Fue un bonito espacio de encuentro», comentó Lagos desde Berlín a El Mostrador.

Origen

El realizador, que vive en La Serena, vivió el 18 de octubre de 2019 en Antofagasta. Allí las manifestaciones comenzaron el día siguiente. Junto a otros audiovisualistas, Lagos se organizó para realizar un registro de lo que ocurría en las calles, hasta que el domingo se enteraron que los militares habían asesinado a una persona en La Serena.

Luego se supo que los funerales de la víctima, Romario Veloz, iban a ser en Antofagasta, y como Lagos estaba allí, él fue a registrar el funeral del joven ecuatoriano, que residía en Chile desde niño.

«Fue una experiencia muy fuerte, con todo lo que estaba pasando, en el contexto del estallido, y ver el dolor de esa familia que estaba allí, llorando a un hijo y a un papá. Eso me conectó a este caso», cuenta.

El músico Bastian Calderón frente al monumento que recuerda a Veloz en La Serena, en la plaza homónima frente al terminal de buses de la ciudad.

Ya de regreso en La Serena, Lagos empezó a asistir a las actividades conmemorativas por Veloz y se enteró que había otros dos sobrevivientes del tiroteo, Rolando Robledo, tiroteado en el abdomen, al que le reventaron el intestino y el colon, y César Véliz, baleado en la pierna, que estuvo en riesgo vital y aún tiene esquirlas en su cuerpo.

A lo largo del documental, Lagos hace un seguimiento de sus actividades cotidianas, en particular a los tratamientos médicos que han debido seguir como producto de las heridas, y sus reflexiones sobre los sucesos.

«El objetivo era que pudiesen contar su testimonio, porque están en una situación muy mala, físicamente, mentalmente. Fue un proceso lento que incluyó la necesidad de entender el por qué contar esta historia», cuenta el autor de la cinta.

El fotógrafo Felipe Pizarro registró el tiroteo.

Estética

Lagos logra un enorme grado de intimidad, filmando en las casas de las víctimas y mientras asisten a trámites médicos.

«Antes de prender las cámaras, tuve mucho cuidado de poder acercarme humanamente, que sintieran que uno está ahí no porque quiere hacer algo a la rápida, sino desde la cercanía, el acompañamiento, el juntarnos a conversar. Sobre todo Rolando ha estado muy mal y necesitaba con quien poder hablar. Eran dos personas que estaban muy solas y quizás la posibilidad de escucharlos nos hizo generar una relación de mucha cercanía. Así les fui proponiendo cosas, primero una entrevista, para que brindaran su testimonio, y luego preguntando si los podía acompañar cuando tenían algún examen que hacerse, desde un vínculo humano. Si no, hubiera sido muy difícil llegar a eso, porque era un poco como meter el dedo en la herida. Se trataba más de acompañarlos que de por el ego de hacer un documental. Hasta hoy seguimos en contacto y tenemos buenas relaciones, y agitando por sus causas y tratando de visibilizarlos, porque siguen abandonados por el Estado y sin poder trabajar por sus condiciones, mientras buscan rehabilitarse, lo que implica muchos costos en exámenes y cirugías».

Un momento fue el mostrar sus cuerpos y las secuelas, como la cicatriz que uno de ellos tiene en su espalda, algo «que costó mucho».

Rolando convive hasta hoy con las secuelas de los disparos.

Esa estética de la intimidad, rehuyendo lo más usual -las marchas, las manifestaciones, que en el caso de esta película sólo están al final- es calculada.

«Uno siempre habla de los números de las víctimas que hubo o se menciona un listado enorme de nombres, de jóvenes que sufrieron torturas, mutilaciones, pero siempre he pensado que tras esas estadísticas hay historias humanas. Yo quería saber cómo era sobrevivir al disparo de un fusil. Queríamos evitar el cliché de mostrar explícitamente la sangre, la violencia, y pensábamos que el relato por sí solo funcionaba. Tampoco queríamos exponerlos a ellos como víctimas, sino sobrevivientes. Eso permite que el espectador se pueda imaginar en su cabeza como fueron estos hechos», señala.

Destaca, en ese sentido, el montaje de Efraín Robles, que antes trabajó en cintas como «Gaviota aleteante» (2020), de Renato Dennis, sobre el sindicalista asesinado Juan Pablo Jiménez.

«Es un relato pausado, igual que como quedaron estas vidas después. Son vidas silenciosas, solitarias, que sufren mucho. Para ir en esa sintonía y mantener ese respeto, quisimos mantener ese tono en el documental, donde la voz es el mejor recurso».