Jardín Junji en Campus Juan Gómez Millas: el impacto de la política de corresponsabilidad

Casi 100 son los cupos que el nuevo jardín de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI), Akün Karü, dispone para la comunidad. De ellos, más de un 30% están ocupados por hijos e hijas de estudiantes y trabajadores y trabajadoras de la Universidad de Chile. Uno de ellos es Lian, de 3 años 7 meses, quien inició su proceso en el jardín cuando comenzó la modalidad presencial el 2021. Su madre es Daniela Lópezestudiante de Química y Farmacia del plantel, cuya práctica profesional se desarrolla en las cercanías del Campus Juan Gómez Millas, espacio universitario donde este recinto fue inaugurado oficialmente el pasado viernes 2 de septiembre.

“Ha sido un proceso muy bonito porque Lian ha crecido mucho. Ha aprendido mucho en todos los ámbitos, porque en la pandemia los niños nunca se relacionaron con sus pares, entonces eso ya lo tiene”, cuenta. A esto suman otros aprendizajes y desarrollos clave: “el habla y las habilidades motrices. En realidad, ha sido muy bueno para él, porque ha crecido mucho como persona, como él es, un niño lindo. La educación que dan en JUNJI para mí ha sido fundamental para el crecimiento de mi hijo, estoy feliz”.

Respecto al impacto en su desarrollo académico y ahora profesional, Daniela se manifiesta “agradecida de que exista esta política en la Universidad, de que exista este convenio, porque realmente encontrar un jardín no es fácil, tampoco monetariamente. Porque cuando uno no está titulado y tiene que trabajar los fines de semana, se hace un poco más complicado poder pagar un jardín particular”. En definitiva, comenta, el acceso a este jardín “me ha servido mucho a mí y a mi familia para poder seguir estudiando, para poder sacar mi carrera, que al final ese es el objetivo”.

El impacto de la Política de Corresponsabilidad en la Conciliación de las Responsabilidades Familiares y las Actividades Universitarias, relata, comenzó en el momento de su embarazo, ya que “la Universidad también me dio muchas facilidades para poder ir a mis controles, lo mismo después cuando él nació, disminuir la carga académica. Más tarde, cuando me dijeron que el jardín acá iba a abrir, yo no lo dudé y tomé la oportunidad”.

Otras de las integrantes de la comunidad del jardín “Akün Karü” son las mellizas Florencia e Isidora, hijas de Roxana Baeza, trabajadora de la Facultad de Comunicación e Imagen (FCEI). La posibilidad de llevar a sus hijas al recinto educativo, cuenta, “ha sido súper importante porque estamos casi al lado. Además, como no tengo con quien dejar a mis hijas, me acomoda súper bien en el horario”. Con esta incorporación, dejó atrás una compleja logística, que implicaba tener que viajar desde San Bernardo a Maipú para dejar a sus mellizas con un familiar. Hoy se moviliza con ellas a su lugar de trabajo y al lugar de formación y cuidados de ambas niñas.

Vivian Riquelme, es estudiante de Pedagogía en Educación Parvularia de la Facultad de Ciencias Sociales, y diariamente lleva a su hija Emiliana, de un año al jardín. Comparte que este espacio les permite a las madres y padres poder realizar sus labores diarias con más tranquilidad. Además, cuenta que tener a su hija cerca le permite incluso poder acercarse durante el día y alimentarla. «Tener la posibilidad de llevar mi hija al jardín y tenerla cerca fue de gran ayuda porque aun mi hija está tomando pecho y en caso de que ella necesitará de mí, tengo la posibilidad de ir a verla, de estar con ella en el momento. Eso también me da una tranquilidad», dice la joven.

«Tener el apoyo de las tías que son muy comprensivas, simpáticas y amables también es muy bueno. Me ha ayudado mucho este espacio, porque así puedo estudiar tranquila y la cercanía que tiene el jardín con la universidad es muy bueno», agrega la estudiante de segundo año de Educación Parvularia.

Un jardín holístico

Para la directora, Julia Gutiérrez Saavedra, el actual contexto ha sido crucial para reposicionar el rol de la educación parvularia en la sociedad. Por ello, señala la profesional, “en este momento nos sentimos invitadas a ser parte de este proceso desde la transformación y desde la co-construcción, generando espacios educativos y espacios donde invitemos a las familias a generar alianzas desde el protagonismo para las niñas y niños”.

Añade la educadora, que “este es un espacio privilegiado, ya que es una estructura muy moderna que responde a las necesidades de los niños y niñas con un personal docente calificado, espacios seguros, flexibles, adaptables a las nuevas corrientes holísticas también que generan los cambios en esta nueva sociedad que estamos formando”.

Para Roxana Baeza, el mensaje es claro: “si quieren ingresar a sus hijos acá, que lo hagan con toda confianza. Las mías son unas ‘terremoto’, entonces la paciencia es de lo más importante en estos momentos y las tías la tienen. Esto es 100% seguro, las tías son súper preocupadas de los niños, si están enfermos nos avisan al tiro, así que no hay ningún problema”.