Decenas de miles de israelíes se unieron el sábado a las protestas contra los planes del primer ministro Benjamin Netanyahu de reforzar los controles sobre la Corte Suprema, a pesar de la creciente preocupación por la seguridad tras dos ataques mortales perpetrados en la víspera.
La última de una serie de protestas contra los planes, que se interrumpieron el mes pasado ante una oleada de huelgas y manifestaciones masivas, se produce en un momento en que Israel se enfrenta a un fuerte aumento de las tensiones en varios frentes durante el mes sagrado musulmán del Ramadán.
En los alrededores de la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén, se esperaba a decenas de miles de fieles para las oraciones vespertinas, en medio de la preocupación por la posibilidad de que se repitieran las redadas policiales nocturnas de esta semana, a las que siguieron lanzamientos de cohetes contra Israel y ataques israelíes contra Gaza y el sur del Líbano.
Los israelíes también estaban en vilo tras el ataque con un coche en Tel Aviv el viernes, en el que murió un italiano y otros cinco turistas resultaron heridos, horas después de que un ataque con armas de fuego dejó a dos hermanas israelíes muertas e hiriera a su madre cerca de un asentamiento en la Cisjordania ocupada.
Netanyahu ha movilizado a los reservistas de la policía de fronteras y ha ordenado al Ejército que refuerce las posiciones de seguridad para evitar posibles disturbios, en medio de llamamientos a la calma por parte de Naciones Unidas, la Unión Europea y Estados Unidos.
En el centro de Tel Aviv, una multitud enarbolaba las banderas azules y blancas de Israel, que se han convertido en una seña de identidad de las protestas de los últimos tres meses, en una muestra de desafío a los planes que consideran una amenaza existencial para la democracia israelí.
La manifestación comenzó con una oración por las víctimas de los ataques del día anterior, pero los manifestantes afirmaron que no se dejarían amilanar por las preocupaciones en materia de seguridad.
«La seguridad es una cosa, pero la reforma es otra», declaró Amitay Ginsberg, estudiante de 26 años. «Aun así, vamos a venir aquí y decir alto y claro que no vamos a dejar pasar esta reforma».
Las propuestas, que darían al gobierno un control efectivo sobre el nombramiento de los jueces de la Corte Suprema y permitirían al parlamento anular muchas decisiones del tribunal, han provocado una de las mayores crisis internas de la historia reciente de Israel.
Cientos de miles de manifestantes, entre ellos reservistas del Ejército, empresarios, miembros de la industria tecnológica israelí y destacados académicos, se han enfrentado a los partidarios de la coalición nacionalista religiosa de Netanyahu.
El Gobierno, que acusa a jueces activistas de usurpar cada vez más el papel del Parlamento, afirma que la revisión es necesaria para restablecer un equilibrio adecuado entre el poder judicial y los políticos electos.
Los críticos afirman que eliminará algunos de los controles y equilibrios vitales que sustentan un Estado democrático y otorgará un poder sin control al gobierno.
Antes de las protestas, la policía había instado a la población a dejar las carreteras despejadas para permitir la libre circulación de los servicios de emergencia tras el atropello del viernes en un popular paseo marítimo de Tel Aviv.