Obra “Cero”: un hálito demasiado pedagógico que a momentos agota

El teatro documental suele incluir a otros formatos con los que tiende a hermanarse, como el teatro biográfico y el teatro testimonial, sin embargo, el proceso no es necesariamente igual al revés, ello porque los dos últimos carecen o, mejor dicho, no requieren de documentos que sostengan lo escenificado; así, el teatro documental supone una maniobra compleja, esto es: la presentación de un documento y su interpretación.

“Cero”, la obra del Colectivo Teatro de Operaciones, juega la arriesgada carta de articular un montaje de estas características y, en tanto espectador, recibimos con potencia la pregunta inmediata: ¿Dónde se encuentra el valor del documento? ¿En su existencia material o en la lectura histórica que la distancia de años nos permite? ¿Dónde emerge la fuerza de un testimonio? ¿En las palabras que arden en nuestra consciencia o en, como dice Agamben, lo no dicho de ese testimonio? En esa misma línea, la propuesta del Colectivo Teatro Operaciones instala la pregunta, en mi opinión, más urgente de todas: ¿qué estamos haciendo hoy, con nuestra historia reciente, documento presente y testimonio del futuro?

La mezcla de ficción, documental y testimonio que propone la obra sostiene una postura clara y, en cierto sentido (hay que decirlo) sobredetermina las posibilidades interpretativas del público, hay un hálito demasiado pedagógico en el montaje que a momentos agota. Las actuaciones, así como la dramaturgia, están bien construidas, las primeras, logran levantar ese gestus social que permite el aterrizaje de personajes específicos, al mismo tiempo que sociales, aplicables a la cultura como una red compleja, pero reconocible, mientras que los textos dan cuenta de un equilibrio bien logrado entre ficción y documento. La dirección, por su parte, aúna todos los elementos para que confluyan en un montaje logrado y que propone preguntas concretas en torno a nuestra historia y procesos culturales, que desembocan, necesariamente, en lo político, además de sostener un discurso de memoria emotivo y desgarrador.

«Cero» es una obra con un discurso fuerte y decidido, se podrá o no estar de acuerdo con él, podrá resultar demasiado pedagógico a momentos o un tanto tendencioso hacia el lugar común, pero la eficiencia estética, actoral, discursiva de la obra, son sólidas y levantan una propuesta con sentido y determinación.