El ministro de migración de Grecia Notis Mitarakis ha anunciado en un tuit el desalojo de los refugiados, además se lamentó de la resistencia de un grupo de «inmigrantes».
Los manifestantes levantaron barricadas ante la llegada de las fuerzas policiales, con las que intercambiaron gas lacrimógeno, granadas y piedras, según medios griegos.
A pesar del despliegue realizado por parte de las autoridades, solo consiguieron trasladar de forma consentida a 30 de los varios centenares de migrantes que seguían allí, una táctica que, según la ONG Solidarity With Migrants, se usa como «palanca para presionar, dividir y reprimir al bloque de mujeres inmigrantes que lucha», y alegan que dicho consentimiento se obtuvo «tras muchas amenazas y mentiras de la dirección del campamento».
Los refugiados se niegan a moverse, ya que no quieren un «segundo desarraigo» al ser trasladados a campamentos del interior del país, sino que exigen permanecer allí hasta que las autoridades les aseguren una vivienda dentro de la ciudad.
Asimismo, piden la renovación de los trabajadores que les brindaban apoyo psicológico y legal, los cuales pierden sus puestos de trabajo debido al cierre del campo y porque no que está previsto su traslado a otros campos.
Otro de los motivos para su negativa al traslado es que viven en «armonía» con la gente del campo y tienen acceso a la educación y a la salud, que funcionan mejor que en el interior del país, según la organización Iniciativa de los Trabajadores; además, aseguran que el cierre de este campo supone «romper» los intentos de integrar a estas personas.
El MeRA25, partido izquierdista del exministro de finanzas Yanis Varufakis, condenó la «brutal represión del régimen de Mitsotakis» y recordó su oposición a la evacuación del campamento, que era usado por el Gobierno como muestra de la calidad de los campos de refugiados griegos.
Su cierre estaba previsto para el 30 de mayo, pero las numerosas protestas por parte de los inmigrantes, apoyados por varias organizaciones, han forzado a las autoridades a ir posponiendo la clausura definitiva, si bien han existido algunos traslados en los últimos meses.
El Ayuntamiento de Atenas aprobó su cierre por estrecha mayoría y en el marco de un plan de erigir en esa área económicamente deprimida una zona comercial e incluso un estadio de fútbol.